Atando con firmeza el elefante de la mente con la cuerda de la atención, desaparecen todos los temores,
Shantideva.
y todas las virtudes están al alcance de la mano.
A pesar de que su padre falleció cuando él apenas contaba con seis años de edad, en 1937, en el pueblo tibetano de Nang Sang sus progenitores siempre quisieron que fuese monje budista y estudiase en un monasterio. Así es como el Venerable Lobsang Tsultrim ingresó en la gompa local.
Se esperaba que tarde o temprano se trasladase a vivir a alguno de los grandes monasterios cercanos a Lhasa, cosa que ocurrió cuando se mudó a Sera a los diecinueve años. Aunque su madre le pidió permanecer durante sólo un año, una vez acostumbrado a su nueva vida siguió estudiando y practicando allí. A pesar de lo acordado, su madre era muy devota y, sabiendo que era por deseo de los venerables maestros de su hijo, le pareció bien que continuase.
En 1959 la represión china sobre el Tíbet ya se había tornado insoportable para muchos. Acompañando a su principal maestro y otros monjes, pasó cuatro duros meses atravesando los Himalayas hasta llegar por fin al centro de refugiados de Buxa Duar. Allí se conocieron un buen puñado de monjes que acabarían siendo reconocidos como importantes maestros, entre ellos Lama Thubten Yeshe y Lama Zopa Rimpoché. Cuando el gobierno indio les ofreció una generosa porción de terreno al sur del país, todos juntos participaron, no sin grandes penurias, en convertir auténticas junglas en lo que acabarían siendo réplicas en el exilio de los tres grandes monasterios de Lhasa: Ganden, Sera y Drepung entre otros. Retomó los estudios iniciados en Tíbet y, tras pasar una temporada en una universidad para monjes refugiados en Benarés, volvió a la nueva sede de Sera para lograr el título de Geshe Lharampa.
No pasó mucho tiempo cuando Lama Yeshe, quien llevaba varios años congeniando muy bien con los budistas españoles, le pidió a Geshe Lobsang Tsultrim venir a nuestro país. Tras consultarlo y recibir el visto bueno de su guru Song Rimpoché y Su Santidad el Dalai Lama, en verano de 1981 era recibido en Alicante, donde dirigió los primeros programas de estudio y práctica. A pesar de su perfil discreto, su espíritu bondadoso, paciente y humilde, y por supuesto sus excelentes cualidades como lama, enamoraron a más y más discípulos. Por su parte, él mismo expresó estar encantado por haber sido recibido y tratado por los estudiantes españoles como un viejo y querido amigo. Se trataba del primer maestro tibetano que se estableció en nuestro país de forma permanente.
Compaginó su labor como maestro residente con visitas a distintos centros hasta establecerse en su propia sede, el centro budista Tara de Barcelona. Publicó a través de Ediciones Dharma varios libros verdaderamente sobresalientes sobre pensamiento tántrico y adiestramiento mental y sigue siendo, a pesar de mostrar el aspecto de fallecer en 2020, un maestro especialmente querido para los seguidores de Lama Yeshe y Lama Zopa Rimpoché en España.